Felices festividades de parte de un ateo convencido. Que los polvorones logren pasar vuestros gaznates gracias al solidario empujón de la sidra y el cava bien fríos, acompañados de mucha risa, reencuentros amigables y muchos juegos ante las narices...
Por mi parte, la verdad es que estas sagradas festividades están siendo bastante productivas lúdicamente (o al menos eso creo, porque si es por mí, estaría jugando cada día, y bajo este punto de vista estaré a un 20% de mi potencial jueguil, más o menos). Sin embargo, El Hombre Que Rie se ha reunido menos de lo habitual por obvios motivos (espero que esto cambie lo que queda de vacaciones, para el que las tenga, claro), por lo que me he visto obligado a jugar sobretodo con la Robopilingui, lo cual es promesa siempre cumplida de pelea (si el juego es bueno) y/o de cordialidad aburrida (si el juego es demasiado simple, o tonto, o sencillamente malo).
En definitiva, las cosicas a las que hemos juegado estos días son:
1) Kamisado: juego abstracto para 2, que aunque es del 2008 ha llegado muy recientemente a nuestras tiendas, y de ahí su conocimiento por mí. Iba a adquirirlo, pero después vi que era bastante simple de fabricar y así lo hice, con la intención de pillarlo posteriormente si el juego nos gustaba. El juego va, básicamente, de un tablero
en el que hay dibujadas unas celdas en 8x8, en ocho colores alternados. Las piezas son ocho torres para cada jugador (uno lleva las blancas, otro las negras), que a su vez tienen representada cada una un color de los del tablero. La idea es que al hacer el movimiento con una de tus torres debes elegir aquella cuyo color coincida con el color de la casilla sobre la que ha terminado el movimiento la última torre movida por tu adversario. Esto le da un grado de estrategia al juego interesante. El objetivo es conseguir que llegue una de tus torres a la fila de inicio de tu oponente, y para ello debes conseguir bloquear las torres del otro jugador que te interese bloquear, al mismo tiempo que le "fuerzas" a mover aquella torre que quieres que se pare sobre el color de la torre que tú moverás a su vez. En fin, una mecánica interesante para un juego que tiene diferente grado de dificultad ajustable aplicando algunas reglas avanzadas que trae el reglamento. Sólo echamos una partida, pero la verdad es que a mí al menos me dejó un poco igual (por no decir frío, como manda la jerga jueguil). Intuí sin embargo las posibilidades estratégicas que da el juego. Y pasa lo de siempre: como juegas la primera partida a ciegas, piensas que el juego es incontrolable, pero realmente no lo es. Hay que darle más oportunidades y aplicar todas las reglas para sacarle el auténtico jugo a este ejercicio de sesismo atemático. Como a mí por ahora me gusta casi todo, lo probaré de nuevo... pero desgraciadamente no creo que lo compre (no como el Hive, por ejemplo, que también lo fabriqué y ahora no puedo esperar a adquirir la Edición Carbón para pegarle unas cuantas de partidas, sobre todo con ocasionales: cuñados, compañeros de trabajo, suegros, etc).
2) King of Siam: peasso de juego de mayorías, tan sencillo como profundo, sesudo y megaabstracto. Sin embargo, ya lo he sacado dos veces y sólo me ha gustado a mí. Supongo que los habrá mejores, la verdad, pero a mí su sencillez
me encanta (como la de Clans, la de Terra Nova, Sumeria y la de tantos otros famosos por ser fáciles de reglas pero difíciles de dominar). Esto sumado a que es fácil de montar, rápido de explicar, bonito (bajo mi punto de vista), pequeño y fácil de transportar lo hace ideal para esas sesiones en las que quieres mostrar juegos de esas características y que resulten curiosos. Ya una vez pedí consejo en laBSK al respecto de este tipo de juegos, y la verdad es que supieron aconsejarme muy bien. No explico mecánicas porque creo que ya lo hice en una anterior entrada, pero confirmo que una segunda partida mejora mucho, porque vas vislumbrando (no mucho aún, la verdad) estrategias y tácticas a seguir (porque la primera partida vas a ciegas, no sabes qué cartas usar antes y cuál reservarte, no sabes si guardar cartas para el último momento o gastarlas antes para no perder la oportunidad, etc). Hay gente que se queja de que es un poco caótico porque por una carta echada en el momento adecuado por un adversario cambia el sentido de la partida en un instante y te quedas fuera cuando pensabas que ibas a ganar. Pero, ¿acaso no es esa la poesía que impregna algunos juegos?
3) Un Mundo Sin Fin: he tardado en probar este juego con mi novia porque pensaba que a dos no funcionaría igual de bien, tras haber leído reseñas y críticas de por ahí (hasta el punto de que aconsejaban sólo jugarlo a 4 jugadores, para percibir
en toda su crueldad el sufrimiento que genera el juego). Hombre, es cierto que con dos jugadores es muy difícil que se acabe el trigo, por ejemplo (a no ser que vayas a por él de mala fé, para acabar con todo el grano y "especular" con su ausencia después, jeje), pero yo sufrí mucho durante la partida, a pesar de no acabarse nada, y creo que eso es lo positivo, que a pesar de ser dos no dejamos de pasarlo mal. ¿Y no se juega a veces para eso? Además, veo que tiene más rejugabilidad de lo que yo pensaba (y es que siempre he temido eso de los juegos de mesa: que cuesten una pasta y que luego se me quemen en pocas sesiones, lo cual con el tiempo voy comprobando que no es tan fácil y que por tanto ahora me gusta repetir). El juego es una maravilla y tiene mecánicas curiosas y que exigen bastante pensamiento analítico... Quizá los eventos de las cartas sean un poco desestabilizantes e introduzcan esa pequeña dosis de caos que a muchas personas disgusta, pero a mí por el momento no me ha fastidiado (no se puede decir lo mismo de la Robopilingui, que estaba pisándome el culo en la última ronda del último capítulo y su intención era vender una pila de paño para conseguir pasta que se transformaría en puntos en el recuento y salió un evento que cerraba la venta de paño y lana para el resto de la partida, lo cual la fastidió muy mucho, jeje). Lo seguiremos jugando sin duda, y es que, entre otras cosas, es tan bonito...
4) Arkham Horror: este hacía tiempo que lo quería jugar con mi novia, cogiendo cada uno dos personajes, y volver a disfrutar de un buen juego cooperativo con ella (y evitar así al menos una vez el sabor de las peleas típicas de las partidas competitivas, que mola mucho, pero hay
que probar de todo...). La verdad es que hicimos una cosa mal y como consecuencia la partida fue un poco más lenta y más sencilla de lo habitual (porque no barajé el mazo de mitos apenas, pensando que la persona que me había pasado el juego por MathTrade lo había jugado y estarían por tanto esas cartas barajadas, cosa que no era así, y durante varios turnos salía un portal en el mismo sitio, ya sellado, hasta que nos dimos cuenta), por lo que el grado de sufrimiento fue menor de lo esperado y terminamos ganando con relativa facilidad, aunque eso sí, después de cuatro horas de dar vueltas por el inframundo. Comprobé con esta partida lo acertado de jugar a un cooperativo menos personas pero controlando cada una más personajes, porque así la toma de decisiones es menos complicada, y los turnos resultan más fluidos y constantes. Y, además, se evita ese fenómeno tan jodido (que ya percibimos en todo su esplendor en el glorioso Ghost Stories) según el cual, si sabes hacer algo bien (habilidades de personaje) te quedas en este rincón y lo haces cuando haga falta, de tal modo que, al controlar dos o más humanos, si uno se queda en el Otro Mundo investigando sin hacer nada, con el otro decides otras cosas, y va todo mucho más entretenido y decisivamente. En otras partidas con más jugadores y sólo llevando un personaje creo que no me divertí tanto por eso, porque estaba mucho rato sin hacer nada y en muchos turnos apenas había decisiones porque estaba muy claro lo que hacer (incluso me lo habían indicado quizá). De modo que creo que lo jugaré a partir de ahora de este modo: quizá con más jugadores también, pero con mínimo dos personajes. Y que dure lo que tenga que durar, porque ya no me aburriré. Gran juego. Joer, si hasta me estoy pensando en pillar alguna de esas expansiones megacaras e innecesarias que el juego tiene. ¿Estoy grave, Doctor?
Y esto es lo que han dado de sí los momentos lúdicos con la Robopilingui últimamente (aparte de las quedadas de El Hombre Que Rie, que relataré en breve), y que espero repetir entre polvorones y solidarios tragos de sidra y cava del barato...
Así que, ya sabéis, si la cosa está jodida (y a veces lo está, por muy bien que lo hagamos), sólo nos queda jugar (eso sí, si nos dejan).
No hay comentarios:
Publicar un comentario