viernes, 18 de febrero de 2011

Partidas previas a Jerez

Teniendo en el punto de mira la panzada que espero darme, con suerte, en las II Jornadas CMCM de Juegos de Mesa en Jerez de la Frontera, estos dos últimos días, y para ir abriendo boca, he tenido la oportunidad de matar el gusanillo jugando tres partidillas, las dos primeras con la robopilingui, anteayer, y la tercera y última esta tarde, con mi hermano.

Con mi novia he jugado a dos cositas sencillas pero interesantes, de las que creo que ya he hablado antes:

1) Sumeria: este genial y sencillo juego de mayorías ha vuelto a encantarme. A pesar de su extrema abstracción, aunque no se jacta de tener un palpable tema, para mí sí que tiene un aroma a antigüedad, a desierto, a comercio, a algo que me llama la atención. Como sólo éramos dos, apliqué la variante oficial de dar a cada jugador 20 comerciantes (en lugar de 14), y de realizar 4 turnos alternos por ronda (en lugar de 3, que es lo normal cuando juegan 3 ó 4 personas). Creo que esta variante se distribuyó como una mini-expansión en la Feria de Essen de 2009, como promoción del juego, pues, según relataba su diseñador, Dirk Liekens, no le dio tiempo de terminar de testear esta variante para cuando sacaron el juego a la venta, por lo que se distribuyó después (y no sé si se puede encontrar en algún sitio o sólo se dio en Essen ese año, la verdad). El caso es que pudimos comprobar que el juego funciona igual de bien que a 3 ó 4 jugadores, por lo que es totalmente recomendable para jugarlo con la pareja, y está a muy buen precio en las tiendas online españolas. Lo único que yo veo un poco limitado son los turnos de juego, porque, aunque el juego no es corto, te da la impresión de que se podrian hacer muchas más cosas en una ronda que se me antoja corta; es decir, hacer sólo 4 movimientos en el tablero y puntuar inmediatamente después me parece precipitado, aunque no sé, quizá deba probar el juego más veces y no juzgarlo tan a la ligera. En cualquier caso, la cosa estuvo bastante reñida y divertida (y un fiable indicador para mí de esto es que la robopilingui empezó muy jovial y risueña, y a medida que la cosa se ponía difícil y sesuda fue poniéndose seria, meditabunda y presa del trance más profundo imaginable). El juego es sesudo si uno así lo desea, porque da para pensar bastante, si quieres hacerlo bien. Y es de los que no perdonan. Un error en uno de tus movimientos puede dar la vuelta a la ronda y provocar que tu contrincante se lleve el doble de trofeos que tú cuando parecía que te ibas a llevar tú las 2/3 partes. Ya sólo me falta probarlo a 4 jugadores, a ver cómo funciona así, si es más caótico o no (porque ahora que lo he probado a 2, me pasa como con el Terra Nova, que da la impresión de ser un juego de 2 ampliado hasta 4 por motivos de disponibilidad jueguil).




2) Ebbe & Flut: este genial juego de Playa-Marea no lo había probado antes mi novia, y como no tenía cuerpo para nada más gordo, decidí sacarlo, seguro de que le gustaría. Creo que acerté. El jueguillo, a pesar de ser matemático y de percepción, inspira por sus mecánicas e ilustraciones un ambiente marino si uno quiere (y yo siempre me sumerjo en sensaciones de este tipo). Ya lo comenté en otra entrada, de modo que no me extenderé. El juego me volvió a gustar bastante, sobretodo por esos combos mortales que tiene que ni el Dominion ese... Una muy curiosa mecánica que me sorprendió gratamente cuando lo descubrí (a raíz de una reseña en un blog de cuyo nombre desafortunadamente ya no me acuerdo).



Con mi hermano, sin embargo, jugué a otro juego que me encanta probar con novatos. Pero antes, cabe explicar un detallito acerca de él. Se da la circunstancia de que es de los que ante todo disfruta con machacar vilmente a sus contrincantes, e ir regodeándose a medida que se va viendo el final de la partida y la inminente victoria, y lo sazona todo con un para nada sutil recochineo (que me solía encrespar hasta el extremo de la molestia, antes) que suele durar más allá de la partida, incluso puede que hasta días más tarde. Al menos, así había sido hasta hacía poco. Por ello dejé de proponer jugar hace ya algún tiempo (entre otros motivos, porque tampoco lo veía muy ilusionado con el asunto). Esta tarde, sin embargo, me pareció el momento indicado para enseñarle el Hive, un juego al que por el momento no me canso de jugar y para el que me cuesta (la verdad) encontrar contrincantes. Debe ser de los pocos abstractos que asustan en la primera partida, por lo ajedreístico de su mecánica, porque siempre se suele perder la primera e incluso segunda partida (si te lo enseña alguien que sí ha jugado), y quizá por eso la gente no-jugona no suele querer repetir la experiencia.

Sin embargo, hoy hemos echado dos partidas. La primera ha sido, como siempre, para aprender mecánicas, trucos, algunas tácticas, y sobretodo para afianzar los movimientos de los diferentes insectos. La he ganado yo sin mucha dificultad, precisamente por ese aprendizaje de él. La segunda ha sido mucho más interesante, y ese tipo de partida que hemos echado es por lo que yo juego a este tipo de juegos. Por lo pronto, el dominio de ambos jugadores ha sido palpable, estando bastante equilibrada la cosa casi desde el primer momento. Parecía que la partida iba a terminar pronto, al haber casi rodeado yo su reina, cuando la cosa ha dado un vuelco total y he tenido que vérmelas para poder dejar la defensa insistente y volver al ataque lento pero seguro. Después, mi ataque prosperó y el cerco se fue cerrando, y terminamos la partida después de casi una hora de juego... Creo que ha sido la partida más larga que he echado a este juego.

La verdad es que ha estado muy emocionante y así lo he manifestado. Esa dura batalla, en la que ninguno de los dos se daba por vencido y en donde callejones sin salida encontraban una nueva oportunidad de remontar me ha encantado. Si no fuera por este tipo de experiencias competitivas creo que no jugaría (o jugaría bastante menos, quizá con menos pasión). Pero lo mejor creo que ha sido notar ese cambio de actitud en este otro jugador que antaño jugaba sólo para ganar y chinchar y ahora parece que disfruta con el ejercicio de puro juego. Jugaremos más veces, creo yo (he aquí quizá otro evangelizado: y esto lo digo porque antes sólo quería jugar a parchís, dominó y poco más, jueguillos afectados por el azar en los cuales siempre triunfa gracias al don que el Señor le entregó con respecto a la suerte...).

¡¡Nos vemos mañana en Jerez!!

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