Minireseñas veraniegas X: Jugando con Roto por el Azar (II)

Esta es la última entrada dedicada a todo aquello que hemos jugado este verano y que no he tenido ni tiempo ni ganas de minireseñar debido a la perrera y al pataleo que me ha caracterizado este período estival por haber estado solos gran parte del mismo. He dejado para el final no lo mejor, precisamente, sino los juegos que me han hecho cambiar de opinión o que directamente no han funcionado bien. Vayamos pues a ello antes de que lo deje para otro día:



1) AGE OF EMPIRES III:
¿Qué poder contar de este tremendo juego tan completo, amado por tantos eurogamers duros, tan bien engrasadito, con tantas mecánicas interesantes y de una duración y competitividad tan intensas? Pues nada, que me estoy cansando de él.

Ya lo advertía Mario Águila en su videoreseña de HORA Y MEDIA sobre el juego: puede llegar a resultar repetitivo. En mi caso no ha pasado exactamente eso, sino que, creo yo, tras haberle echado unas 8-9 partidas en un dilatado período de dos años y medio, con diferentes grupos y siempre retomando el juego como fresco y novedoso (teniéndome que repasar las reglas cada vez, quiero decir, recordando sus posibilidades y estrategias cada vez), ya no me aporta lo mismo que al principio. Antes me encantaba resolver puzzles y competir por los demás para ver quién lo hacía mejor y en menos tiempo, pero aunque ahora me sigue gustando (a otras dosis), en el caso de este juego creo que ya no funciona del modo que a mí me estimula que lo haga un euro. Quizá la culpa la tengan los juegos más interactivos y generadores de discusión, negociaciones y tortas que he podido probar últimamente. En cualquier caso, la vida de este juego con nosotros ha sido satisfactoria y plena, hasta ahora, y ha llegado la hora de decirle adiós. A fin de cuentas, lo tiene casi todo el mundo a mi alrededor y podré jugarlo (ya obligado) más veces.

Todo surgió en la última partida, en la que se lo enseñábamos a JGGarrido (aún no lo había jugado) y tras la cual la robopilingui y yo nos mirábamos y coincidíamos en resoplar, representando así nuestro hartazgo por estas mecánicas que aunque funcionan bien, creo que ya no nos emocionan como antes. Maldito giro al plástico...

2) FAIRY TALE:
De este ya he hablado en más de una ocasión anterior, poniéndolo como un juego entretenido y curioso, famoso en nuestro grupo por ser el que le sacó los colores a la mierdaca esa de 7 Wonders. Efectivamente, éste plagia y copia y las mecánicas del juego japonés casi al milímetro, añadiendo cositas de su cosecha (meros adornos), y consiguiendo vender, debido a la sencillez de sus mecánicas, lo que no hay en los escritos. Últimamente hemos repetido el Fairy Tale (debido a la insistencia de Becaud, que no lo había probado aún a cinco jugadores), y aprovecho para cambiar ligeramente mi opinión sobre él, porque de pasar a ser entretenido y curioso ha pasado a ser un juego que no funciona bien y que desgraciadamente no le gusta a nadie. Yo soy famoso por estos lares por las cruzadas a favor de juegos incomprendidos y desconocidos (aunque con mecánicas originales y curiosas) y con este juego lo he intentado, más que nada por denunciar la ausencia de vergüenza y decoro en los juegos de mesa, al haber sido copiado. Pero ya no puedo seguir autoengañándome: el juego es malete...

Tiene buenas ideas, es cierto, pero no lo suficientemente buenas como para hacerlo divertido y competitivo. Una chufla, vaya. Y como consecuencia hay que admitir que al menos el juego de Bauza funciona de verdad y gusta a mucha gente. No a mí, por cierto, que me parece un cagarro apto únicamente para echar el rato con el piloto automático y sin pensar...

3) CONTAINER:
Detrás de este juego llevo cosa de dos años, cuando me dio la fiebre por jugar a juegos económicos en los que la premisa era hacer dinero y ganar por tener más que nadie al final de la partida (esta fiebre creo que me la generó el haber jugado a Director de Fábrica). Debido a su extremo precio inflado (50 euracos, pa los pobres componentes que trae) estuve gran parte de este tiempo alejado de cualquier posibilidad realista de conseguirlo. Una vez lo vi en una tienda en un ofertón harto interesante: 25€, pero me reprimí de llevármelo (sí, lo conseguí como un machote, por las dudas sobre su calidad). Más tarde descubrí sorprendido una foto en BGG en la que unos risueños chavales y chavalas lo jugaban habiendo pintado en folios las diferentes zonas de los puertos personales y usando dinero de plástico y barquitos del Perikles para emular los barcos originales. Luego encontré unos escaneos la mar de cucos de los tableros del juego, por lo que finalmente conseguí fabricarme el juego por 3€ aproximadamente...

Pero tuvo que pasar mucho más tiempo hasta que logré convencer a mi grupo para darle una oportunidad, y ésta llegó después de haber conseguido una copia original en una de las Mathtrades a las que acostumbro participar.

Los prejuicios y temores antes de jugar a esta cosita son brutales e incluso yo sufrí por la posibilidad de que fuera un fracaso monumental e irreversible. Normalmente, cuando esto pasa, me siento un poco capullo por haber tenido tantas expectativas y haberse diluido éstas durante la primera partida al comprobar que el juego no es para tanto. Pero con este ocurrió un curioso fenómeno: me fue fatal durante la partida (quedando incluso muy atrás en el último lugar, con diferencia, en la puntuación final), pero el juego me gustó bastante.

Hay que partir de la base de que este juego practicamente a NADIE de los que lo han probado les ha gustado. Abundan las críticas negativas, las viles y bienfundadas acusaciones de estar completamente roto, e incluso se acusa de no funcionar en absoluto, de haber sido un error su publicación. Daré mi opinión al respecto: el juego no sólo funciona, sino que lo hace demasiado bien. Me explico: en las reglas ya avisa de que se trata de un emulador de mercado de reglas sencillas, y se insiste en que puede llegar a ser bastante agresivo y que puede abrumar a jugadores inexpertos. Y no puedo estar más de acuerdo con el autor: el juego emula tan bien un mercado real, que te obliga a sobrevivir en él como puedas, usando los medios a tu alcance: bajando los precios, ofreciendo pactos, rogando, malmetiendo a otros para que no les compren, copiando estrategias, etc. Es un sencillo pick and deliver en el que has de comprarle productos a otros jugadores, y venderlos a un precio superior a otros (o a ellos mismos), con objeto de ganar capital monetario con el que poder quedarte con los preciados lotes de containers del mercado extranjero y ubicarlos en tu zona de la isla extranjera (que representa lo que has logrado exportar a los países de tu mercado). En este punto queda patente el realismo de sus mecánicas: somos productores compitiendo salvajemente por sobrevivir, y en ese escenario sencillo y humano no cabe menos que luchar con todas tus fuerzas por que te compren. Aquí no hay subvenciones de los gobiernos, ni mecánicas o excepciones introducidas con calzador para que nadie se quede fuera. No es un euro al uso ni pretende serlo. Tiene toda la interacción que uno puede desear y toda la injusticia y el caos propios del mundo real de los mercados.

¿Por eso no funciona? ¿Por eso está roto? Muy al contrario, en mi opinión tiene una gran virtud de la que carecen muchos otros juegos similares: el realismo. Pero claro, tiene inherente el problema de que si los jugadores juegan en solitario, a lo suyo, sin darse cuenta de lo que está pasando a su alrededor, la partida puede desequilibrarse bien hacia el crecimiento excesivo de un vendedor o bien hacia la condena al ostracismo de otro. Para evitar en la medida de lo posible que la experiencia de juego se vuelva desagradable para alguien (sobretodo sabiendo que el juego no es corto y que esa personas o personas puede quedarse fuera de la partida mucho rato) conviene que todos los jugadores jueguen bien e intenten equilibrar la balanza para que la cosa sea competitiva y divertida para todos a un mismo tiempo. Y aquí es donde viene la acusación de rotura del juego: muchos lo acusan de que si hay que empezar a jugar teniendo cuidado de no dejar a nadie fuera, el juego no está bien diseñado...

Pues sí, el que quedó fuera de la partida fui yo. Y los lloros fueron brutales. A mí no me importa que por competitividad, si voy mejor que los demás, se me deje de comprar para que no crezca tanto; eso es comprensible. Lo que no entendía (y por eso insistía en mis quejas) era que los demás le compraran productos a los que iban mejor y no me compraran nada a mí, teniendo los mismos productos y a muy similares precios que ellos. No entendí cómo decidían algunos comprarle a los de siempre, entonchándolos gracias a esa actitud, y no comprarme a mí, que no suponía una amenaza y que, de haberme comprado, habría equilibrado un poco el juego. Pero estas actitudes son desgraciadamente las habituales en Roto por el Azar. Qué le vamos a hacer...

Como conclusion y resumen, ¿el juego está roto? No, puede que esté roto el grupo que lo juega. ¿Merece la pena? Pues depende de si estás dispuesto a que sucedan estos desagradables fenómenos en tu mesa de juegos. Pero si te gustan los juegos de subastas, los juegos económicos agresivos y tu grupo funciona bien con la negociación y la manipulación, creo que es un excelente juego por descubrir y disfrutar. Yo lo voy a intentar. Eso sí, si lo que te gusta es gestionar recursos e ir a lo tuyo sin que te molesten, y poder machacar a tus contrincantes habiendo resuelto el puzzle mejor que los demás, huye de él como de la peste. No se trata de un solitario multijugador...

4) ORA ET LABORA:
De este no voy a describir nada porque ya existen muchas buenas reseñas en la red. Sólo repetiré (aunque ya nadie quiera o le importe escucharlo, jaja) que me resulta un juego soso, repetitivo, innecesario y que no aporta nada de nada. Para jugar a este prefiero repetir el magnífico Le Havre, o ese tan agradable de jugar At the Gates of Loyang (del que por cierto, casi nunca se habla...). Eso sí, en mi grupo a todo el mundo encantó. Así que se trata sólo de mi gusto personal. Aunque no me voy a morder la lengua: la calidad de los tableros personales es una estafa pa los 50 euracos que cuesta, y el tamaño de las cartas (esto ya es opinión personal) es demasiado pequeño como para hacer cómodo el desarrollo de la partida.

5) TRIVIAL PURSUIT:
Este último me obligaron a jugarlo unos compañeros del trabajo en casa de uno de ellos, y quería ponerlo por aquí para exponer una breve reflexión que me resultó curiosa mientras lo jugaba. Y es que me di cuenta de que no me gusta jugar con gente no jugona (o que no se toma mínimamente en serio los juegos). Nadie en la reunión era jugón, lo cual no es problema, pero lo que me hizo gracia es que yo llevaba en la mochila donde llevo la cartera y el móvil un par de jueguillos sencillos y divertidos (Ciudadelas y Dixit, concretamente), pero no quisieron meterles mano porque tuvieron miedo a lo desconocido. No me importó, pero durante la partida al Trivial era frecuente y común la banalidad del acto, y se asumían como divertidas y casi necesarias las absurdeces del juego, sus respuestas erróneas, la incorrecta aplicación de algunas de sus reglas, la prolongada duración de la partida (cinco horas estuvimos con ese excremento), etc. Menos mal que el acto era regado por varias cervezas de diferente marca y demás licores peleones. Lo que me llamó la atención era la absoluta inexistencia del menor deseo de pensar lo más mínimo... Lo cual puedo entender si el objetivo es ver la televisión, charlar cómodamente en la terraza de un bar o leer una novela. Pero estar cinco horas y pico frente a un juego aburrido y repetitivo, absurdo y caótico a más no poder, y que fuera lo que todos querían era lo que me hizo gracia y me resultó al mismo tiempo grotesco.

Probablemente no sea entendido en lo que quiero decir (apenas me aclaro yo mismo sobre cómo expresarlo). Es sólo que, personalmente, para estar esa cantidad de rato haciendo el capullo con semejante engendro hubiera preferido mil veces ir al cine, o a la calle, o tan sólo charlar sin tener que tirar un dado y soltar tonterías sobre preguntas o muy muy difíciles o muy muy facilonas.

Cuando terminamos y fuimos a cenar a la calle (por fin algo normal y que pude soportar) comenté de pasada que molaría repetirlo pero con algún juego menos caótico y en el que se premiara al que mejor lo hiciera (o no puteara a alguien porque sí, por puro azar). Aunque no me dijeron que no les apetecería, no vi ningún entusiasmo en asumir la propuesta. Y creo que es porque ese tipo de juegos no los ven divertidos... (alguno de ellos ya los ha probado conmigo, y manifiestan preferir el de esa tarde, a pesar de las cinco horas).

En fin, que se me quitaron las escasas ganas que ya tenía de jugar a nada con gente que no se apasione mínimamente con la afición. Lo siento, pero la misantropía ha podido conmigo :(

Y con esto se acabaron las minireseñas. Quizá ahora venga un largo lapso de inactividad blogueril, una vez que me he puesto en paz con la tarea pendiente. Quién sabe...